ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

miércoles, 15 de febrero de 2012

...Y DE MIS LABIOS GOTEA UNA PEQUEÑA GOTA DE SANGRE...



Sí, besarte es soñar. Y acariciarte,
rozar, sorber el cielo más hermoso.
Pero si el tiempo puede, al arrancarte
tu belleza, tornar en doloroso

recuerdo aquel mirar enajenado,
aquel beso ardentísimo, aquel fuego,
volcán de amor, y aquel dulce sosiego
que sigue al jadear ebrio y callado,

¿Cómo sentir ligera, alada, pura
la dicha del amor, si está ya herida
por el mal que vendrá, nube de muerte,

tiempo ya gris que empaña la hermosura
cuando empieza a dar fruto, y más erguida
arde su luz, y duele más perderte?

(José Luís Cano)





El ligero temblor de los labios al encontrarse y la suavidad de una lengua acariciando, tranquilizando y aquietando el nervisiosismo del primer beso; suave, juguetona, coqueta y pícara imponiendo pasión entre la incertidumbre del no saber como. Recuerdos implantados a fuego lento en el lienzo entonces blanco del alma, el primer roce, el primer te quiero. Sin caretas, solo rosas, bellas, de las que no importaban ni las espinas que después fueron en cierta medida erosionando en su crecimiento el parrado por donde crecían.

Han pasado los años, los besos se han sucedido no solo con unos labios, con muchos labios, pero de vez en cuando, en la noche, me parece que un temblor ligero me roza la boca mientras la suavidad de una lengua me acaricia juguetona, suave, picara, paseando por los labios y pienso en aquel primer beso mientras un penetrante aroma a rosa invade la habitación y de mis labios gotea una pequeña gota de sangre, quizás una espina olvidada, quizás el aguijón de un último beso perdido y olvidado en el tiempo, pendiente por dar.

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