sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está...
Todavía yo no sé si volverá,
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio
de lo que dá.
Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.
todavía no pregunté «¿te quedarás?».
temo mucho a la respuesta de un «jamás».
la prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta
mas se acerca a lo que yo
simplemente soñé...
(El breve espacio en que no estas. Pablo Milanés)
Llegó cuando más la necesitaba, cuando después de esperarla más de medio siglo, de buscarla donde quiera que fuera, donde fuera que estuviese, apareció, como un sueño, cuando explorador agotado por años de tratar de encontrarla ya desesperaba de hacerlo. Ahí la vi, mi angel, el destino de mi vida, el motor para reanudar mi marcha estancada, y estaba frente a mi, sonriente, hermosa. La encontré.
Ingrato y tonto caminante sediento que dejé que el agua salvadora escapara de mis manos cuando ya la tenía, cuando la necesidad de beberla era más urgente, cuando la vida ya había perdido sentido y dependía de ese preciado y fresco líquido para sobrevivir.
La flor más bella del mundo, la más radiante, la que me entregaba toda su fragancia, sus colores que transformaban el día en un carrusell de felicidad, en un torbellino en el que me perdía, alegre y contento por su presencia. Y no la cuidé, no la traté como ella merecía, no como amante agradecido, no; egoista en mi persona no correspondí a su preocupación por mi, a sus atenciones, a su manera divertida de quererme, a su entrega. Y la flor más bella del mundo se fue secando, marchitando mientras mi abultado ego, ciego, ignoraba sus lamentos, sus toques de atención, sus alarmas.
Y ahora, cuando "todavía no se si volverá" y se que "la prefiero compartida antes que vaciar mi vida", que por ella muero, ella, generosa, me tiende su mano y la escucho, seamos amigos, seamos buenos amigos.
La encontré tras muchos años de buscarla, pero oscuro y ciego no supe evitar que su risa se apagara, que su alegría contagiosa se transformara en lo contrario. Ahora intento ser su amigo, estar a su altura, hacer lo que no hice cuando tenía el agua entre mis manos, hacerla reir, quizás hacerla soñar un día con mis sueños, de lo contrario, dejarla volar, dejarla soñar por libre, animándola a ello, comprensivo y atento como buen amigo, olvidando, por lo menos no hablando, de lo que tuve y perdí. Ser para ella una mano extendida, un hombro si lo necesita, un amigo fiel, leal, porque para mi, ella siempre será lo que busqué durante años y por fin encontré y deje perder. Ella me dió todo, yo no di nada. Pero está dentro de mi y la quiero. Dios como la quiero.
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