
Sabe sólo de Amor mi pensamiento;
por él y en él lo tengo tan cambiante:
de Amor la potestad lo lleva amante,
o a loco razonar, su valimiento.
Me infunde en la esperanza dulce aliento,
o acerbo lloro en onda desbordante;
tan sólo se unifica si tremante
mi alma de pavor se ve un momento.
Y así mi suerte ignoro en la contienda,
y no querer decirlo y que lo diga:
vagando voy en amorosa erranza...
Y si con todos he de hacer alianza
vano será clamarle a mi enemiga
-la insensible Piedad- que me defienda.
(Dante Alighieri)

Días, muchos días y fiestas, muchas fiestas negándome a compartirlas con los demás a través de las páginas escritas de mi vida. Días y brindis contigo, en lo alto las estrellas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad, mientras yo me olvido de todo lo que no lleve tu nombre.
Otro año, mi yo, otro año. De nuevo sobrevivimos a la distancia de los días, de los meses, del tiempo implacable que limita nuestro encuentro a pocas horas nocturnas, clandestinos, compitiendo con la fugaz estrella que se esconde, rápida y caprichosa entre las nubes, atenuando la luz que nos refleja como sombras en la Tierra.
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