
Estabais allí tras el agua
pero era vuestro el aire.
(Angel Crespo)

Como siempre digo, cada día me presenta nuevas sorpresas y nuevos alicientes. Esta vez llegué a tiempo, mi profesor, uno de los dos que más me marcaron no cogió esta vez la barca en busca de nuevos lares donde aposentarse como hizo Rafael. Esta vez, y no como la otra, llegué a tiempo de desearle lo mejor, y lo mejor se cumplió, está de nuevo entre nosotros mientras la barca que cruza a la otra orilla permanece atracada y quieta, sin acercarse al luminoso punto de amarre del otro lado.
Como me ocurre con toda esa época, parece que no pasaron los años, que todo sigue ahí, en torno tuyo, las noticias malas y las buenas, la gente que se ha ido y la que se quedó arrimando el hombro para que el escenario continuara siendo el mismo en el que te encontré. Porque tu eres el nexo de unión entre el ayer y el hoy, por la esperanza que nunca falta, por la comunicación inmaterial, por las miradas al cielo estrellado en busca tuya.
Asi cada día veo de nuevo como la tramoya vuelve a reproducir aquellos momentos con noticias nuevas. Hoy gratas, muy gratas,pero seguramente menos que las de mañana, pues ya anuncia el próximo atardecer un nuevo capítulo de vida, mejor seguro, que vendrá para mantener siempre despierta el alma en busca de esos detalles que casi nadie ve pero que son los pregoneros de la belleza general que nos rodea y sobre la que hicimos un pacto eterno de unión, suba quien suba a la barca.
Aunque sea en la otra orilla, acamparemos a la espera del otro, en la seguridad de que ese río aparentemente separador no es más que una continuación de los sentidos que nos permiten cumplir esa antigua promesa de Amor.
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