

Cuando miro alrededor y la espinosa alambrada me impide el siguiente paso cerrándome la senda, al levantar la mirada del suelo siempre veo la luz que anuncia la puerta a seguir, guiándome para impedir que el alambre atenace mis pies obligándome a ser prisionero de ideas preconcebidas y buenas costumbres morales.
Quizás mañana otra verja, no de alambre si de hierros, trate de impedir que llegue hasta donde sea que me conduzca el camino, pero la certeza de que mis pies descalzos continuarán andando en dirección prohibida recogiendo el placer del descubrir un nuevo olor en la hierba o el tacto distinto de la tierra seca, rechazando los insultos o consejos de algun otro caminante, me abrirá alguna puerta por la que continuar hacia esa meta que aun ahora desconozco donde acaba y que habrá en ella. Pero eso es parte del juego, es parte de mi vida, soy yo mismo, el cada día asombrarme por algo nuevo, algo que ayer no ví y que hoy posiblemente ignore que existe, pero que mañana, o pasado, que más da si continuo andando, atraerá mi mirada y gozaré de su existencia en mi camino.
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