

Otoño, otro otoño en el que las hojas de tus cartas continuan sin caer al frío suelo del olvido.
Perennes, resistentes al paso del tiempo, en permanente primavera acercándome al calor de tu recuerdo, y al mismo tiempo, frágiles y hermosas, como las azucenas; frágiles por depender su viveza del sueño que alimenta la esperanza, y hermosas, muy hermosas, como el tiempo añorado en el que andábamos por los caminos, de la estación, del colegio, del yo que se los nombres si solo tenía ojos para ti.
Otoño, otro otoño más en el que a través de las gotas de lluvia que absorbe con avaricia la tierra seca del verano me veo reflejado bebiendo las palabras de tus cartas recibidas tiempo atrás como esa dura y seca tierra bebe de la nube que alimenta su poder. Asi eres tu, mi nube, mi azucena, mi otoño, mi primavera, nunca invierno frío reservado ni calor anestesiante. Eres vida y fuente, que al fin y al cabo es o mismo, agua que da fuerza, que genera, que regenera.
Otoño, otro otoño en el que las hojas de tus cartas continuan sin caer al frío suelo del olvido.
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