
Dime que era verdad aquel sendero
que se perdía entre la paz de un prado;
aquel otero puro que he mirado
yo tantas veces con candor primero.
Dime que era verdad aquel lucero
que se incendia casi a nuestro lado.
Di que es verdad que vale un mundo amado
y un cuerpo roto en un vivir sincero.
Di que es verdad que vale haber sufrido
y haber estado entre la mar sombría;
que vale haber luchado, haber perdido.
Haber vencido a la melancolía,
haber estado en el dolor, dormido,
sin despertar, cuando llegaba el día.
(Carlos Bousoño)
que se perdía entre la paz de un prado;
aquel otero puro que he mirado
yo tantas veces con candor primero.
Dime que era verdad aquel lucero
que se incendia casi a nuestro lado.
Di que es verdad que vale un mundo amado
y un cuerpo roto en un vivir sincero.
Di que es verdad que vale haber sufrido
y haber estado entre la mar sombría;
que vale haber luchado, haber perdido.
Haber vencido a la melancolía,
haber estado en el dolor, dormido,
sin despertar, cuando llegaba el día.
(Carlos Bousoño)

Vale todo, el haber vencido a la soledad, a la melancolía; con lo fácil que hubiera sido dejase arrastrar por las olas rompiendo contra la ilusión y la esperanza, por las olas temibles y crueles del desamor y la soledad.
Naúfragos altivos, supervivientes de la marejada de la distancia; luchadores contra el olvido cruel y despiadado que destroza sueños abrazados a una realidad interna de colores y músicas que repiten siempre el mismo estribillo del hoy y mañana, del siempre a tu lado, de la verdad de aquel sendero que se perdía entre la paz de un prado.
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