ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

domingo, 21 de junio de 2009

...EN COMPLICIDAD CON EL QUE SABE ESPERAR EL MOMENTO TRASCENDENTAL EN EL QUE UNO SE FUNDE CON EL TODO...


Era más romántico quizá cuando
arañaba la piedra
y decía por ejemplo, cantando
desde la sombra a las sombras,
asombrado de mi propio silencio,
por ejemplo: "hay
que arar el invierno
y hay surcos, y hombres en la nieve"
Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde
las esquinas de mi cuarto, y la luz titubea,
y empiezo a dudar que sea cierta
la inmensa tragedia
de la literatura.


(Leopoldo Maria Panero)

Siempre me he preguntado porqué la mayoría de los poetas son tan tristes; porqué cuando ven la oscuridad de la noche invandiendo el espacio solo ven eso, la oscuridad y no ven ese negro como el lienzo en el que la vida traza los surcos brillantes que caracterizan y diferencian lo gris de lo vivo.

Entiendo que el poeta hoy invitado a nuestro blog empiece a dudar de la inmensa tragedia de la literatura, pues debería contemplar la inmensa grandeza de la vida retratada en cada punto de luz que resalta la negra noche. Incluso la noche oscura es hermosa y necesaria cuando difuminada deja paso al victorioso amanecer que invadiendo con colores anaranjados rompe la monótona espera del triste poeta ante el folio en blanco de la incomprensión de la belleza en la que se encuentra sumergido.

En un momento dado no solo las arañas hacen cálidas señas, sino hasta las verdeoscuras nubes de la noche ayudan a la luna a guiñarnos un ojo en complicidad con el que sabe esperar el momento trascendental en el que uno se funde con el todo pasando a ser un elemento más de los miles que, aun en la oscuridad, conforman la dulce y bella faz del movimiento vital.

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