En esta calurosa mañana siento que no hay que dar las gracias, las gracias he de darlas yo por haberte encontrado, por ser esa plantita de asfalto en mi vida, por saberte ahí. Pero nuevamente he de ser sincera, siento esa envidia “sana” (mentira, la envidia nunca es sana) por no haberme querido nunca nadie como tú quieres, o quizás, muy posiblemente por yo no haber amado nunca a nadie como tú sabes amar. Puede que el desapego sea el mal que me inculcaron en ese Campillos, del que a veces estoy orgullosa pero también me hace en el fondo ser un ser solitario y huidizo, particular.Siempre tendrás esta profunda y aguda voz del sur.
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En esta calurosa mañana siento que no hay que dar las gracias, las gracias he de darlas yo por haberte encontrado, por ser esa plantita de asfalto en mi vida, por saberte ahí. Pero nuevamente he de ser sincera, siento esa envidia “sana” (mentira, la envidia nunca es sana) por no haberme querido nunca nadie como tú quieres, o quizás, muy posiblemente por yo no haber amado nunca a nadie como tú sabes amar. Puede que el desapego sea el mal que me inculcaron en ese Campillos, del que a veces estoy orgullosa pero también me hace en el fondo ser un ser solitario y huidizo, particular.
Siempre tendrás esta profunda y aguda voz del sur.
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