
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco; pero es algo
que perdí no sé cuando y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
Felicidad, no he de volver a hallarte
en la tierra, en el aire, ni en el cielo,
y aun cuando sé que existes
y no eres vano sueño!
(Rosalía de Castro)

No recuerdo haber perdido ni un solo momento de la explosión que produce en mis sentidos la visión colorida de la vida y que absorbe cada gris que aparece en horizontes tranformándolos en gritos de vivos colores que me recuerdan cada uno que la felicidad estriba en cada brizna de hierba o en el olor del campo en primavera, o en otoño, cuando el olor a lluvia acompaña al rojizo atardecer de bellas hojas, o en invierno, cuando bajo la nieve, oculta y protegida la semilla prepara el vestuario con el que presentarse en poco tiempo en sociedad.
Sé, porque lo noto que la felicidad nunca abandona al ser, siendo el ser el que en ocasiones ignora la felicidad que acompaña cada milésima de segundo de nuestra participación en la obra teatral del mundo; siglos en cartelera y continua lleno el patio de butacas cada tarde.
Se que existes, te vivo y te sueño, con el ansia del enfermo, contagiado de tus gasas de colores con los que vistes nuestros días.
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