ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

domingo, 20 de abril de 2008

...a la materialización de todos los sentimientos en el fallo del portero o en la subida de la caña de cerveza y del gasoil.


Hoy es domingo, y en la taberna no hay un solo sitio libre. Siempre pasa lo mismo, llega el domingo por la tarde y la taberna se llena, como preparatorio del laboral día de mañana.

Encima está lloviendo, (no ha parado en todo el fin de semana), con lo que los habituales parroquianos nos vemos invadidos por gentes discutiendo sobre si el árbitro del partido de ayer estaba comprado o sobre si el Español pudo haber ganado al Barsa.


Mirando sus caras comprendo que su vida se reduce a éso, a trabajar durante la semana, salida con la "parienta" en sábado por la noche después de ver el partido en casa acompañado de la caja de botellines y la tarde del domingo, después de una siesta que siguió al pollo asado habitual de los días de fiesta, al Mono Rojo a echar la partida o hablar de fútbol.


Sonrío al comprender lo que se pierden, de lo que ni siquiera sospechan su existencia, de la vida recortada e incompleta que desperdiciaran echando, si alguna vez alguien se lo reprocha, la culpa al dinero, a la necesidad del "curro" que no les deja tiempo para nada más. ¡¡como si un paseo tranquilo por el parque o un poco más allá, por el campo costara algo más que voluntad de salir!!


En fin, es la vida que eligen para ellos, la que les gusta vivir acostumbrados a la materialización de todos los sentimientos en el fallo del portero o en la subida de la caña de cerveza y del gasoil.

Sin problemas de otro tipo, digamos, menos primarios y más, si me permiten, humanos.

sábado, 19 de abril de 2008

De vergüenza, Isabel, de vergüenza, no de pena.


Isabel lo define como pena, y verdaderamente lo que se produce es vergüenza cuando ves que el pequeño reconocimiento que se debería tener con una persona que ha significado el despertar a la cultura de nuestros, en su día, pequeños, no se produce, quizás por la envidia, quizás por el poquísimo nivel cultural de los que hoy dirigen el pueblo.

Es una vergüenza que ese poco nivel e interés por la cultura no sea tapado por el protocolo que obligue al alcalde o en su lugar al concejal de cultura a asistir a una presentación de un libro en la que otros políticos, responsables con la obligación de atraer la cultura a sus vecinos si asistieron incluso ofreciéndo nuevas presentaciones en sus, por ellos, representados pueblos.

Supongo que cuando uno pone toda su ilusión en escribir un libro, con el trabajo y el sacrificio que éso supone, quiere ver, no ya que se venda, que también, sino algo más importante, como es el que personas con las que se cuenta y se invita expresamente se acerquen a participar del momento mágico de la presentación del mismo.

En esas presentaciones, el escritor se desnuda moralmente ante la vista de todos, y ofrece lo que sintió en esos momentos de escritura en solitario, en esos instantes en que la vida no era no la que le rodeaba, sino la imaginada por él, inmerso en la temática y en los personajes del relato. Son momentos entrañables donde a uno le gustaría contar con la presencia y el apoyo de los amigos, de los conocidos. Son momentos en los que la decepción de encontrar la silla vacía que esperabas ver ocupada por el de turno llega dentro y duele profundamente.

De nuevo un joven, un alcalde polémico y famoso por su desapego cultural volvió a decepcionar a más de uno cuando se vieron vacías las sillas destinadas a él y a su concejal de cultura.

Una vez más la poca cultura, el poco interés por traerla al pueblo y la desgana por asistir a actos que no terminen con "cubata" en la mano y fotografía al lado de Pendón fue la característica que exportó Cañete a la vista de todos.

Gracias a que Isabel y Carmen asistieron a la presentación de Antonio Mena, Cañete se encontró representado, dándose además la ¿casualidad? de que Carmen es, aunque en la oposición, concejala, y en las dos personas, Carmen e Isabel, un interés por la cultura que desgraciadamente se echa bastante de menos en Cañete la Real, donde se acostumbra a despreciar a todo aquél que de alguna manera destaca por sus iniciativas culturales, quizás debido a la envidia, repito, producida por la incultura existente entre nuestros gobernantes y la carencia de interés en adoptarla.

De vergüenza, Isabel, de vergüenza, no de pena.

viernes, 18 de abril de 2008

Rosario Dinamitera, incansable luchadora, hasta siempre.

La noticia me sorprendió al llegar al Mono Rojo. Me la comunicó el Cipri. Rosario, Rosario Dinamitera, aquella mujer valiente que vendía tabaco de contrabando en la Puerta del Sol de Madrid para sobrevivir sin arrodillarse ante el fascista vencedor, se ha marchado, se ha ido donde se van los luchadores incansables, a nuevos frentes a los que llevar su pasión y tenaz ganas de resistir a toda costa, con la cabeza alta.

Luchadora que nunca, ni en la derrota, se sintió vencida, derrotada.Mujer valiente, persona valiosa para los que amamos la vida por encima de todo.

Ni el mismo Miguel Hernández pudo resistirse al ejemplo de una chica, una niña de diecisiete años defensora de la libertad, y le dedicó uno de sus mejores poemas.

¿Perder una mano? ¿Y que es una mano cuando queda todo el resto del cuerpo para obedecer el mandato de la mente que obliga a continuar adelante en pos de la victoria del pueblo sobre los fascistas asesinos? Que coraje, que fuerza la de esa mujer, Rosario Dinamitera, por continuar la lucha, por no rendirse ni cuando los políticos que mandaban entregaron al pueblo a manos del golpista criminal.

Ni los años de cárcel, ni la orden de destierro, pudieron doblegarla. Volvió a Madrid, a buscar a su hija, con la dignidad que nunca la abandonó. Vendió tabaco ilegal en las calles madrileñas, y salió adelante, sin bajar la cabeza, con la mirada limpia del luchador honesto, del pensamiento claro y seguro.

Hoy se ha ido, se ha marchado como siempre, luchando, y ni la muerte ha podido vencer a esta especial mujer, pues hasta hoy,donde se espera dar descanso a sus restos ha logrado que la noticia de su fallecimiento sea publicada en todos los periódicos, como ejemplo de idealista fiel a sus principios.

Hoy la jarra de cerveza fría va por ti, Rosario Dinamitera, compañera para siempre. Salud y República, Rosario, Salud y República.


jueves, 17 de abril de 2008

Prometo ver la alegría

"cagüendioscomollueve"

Hoy empezó a llover cuando ya llevaba un rato en el Mono Rojo. Me di cuenta al entrar un cliente con el pelo pegado a su cabeza y la ropa empapada mientras los "cagüendioscomollueve" iban surgiendo una y otra vez como única rección de su enfado.

Pagué al Cipri y salí a la calle para apreciar el olor que solo la lluvia nos trae sumergiéndonos en sensaciones de recuerdos difuminados por el tiempo. El agua, recorriendo mi cara, resbalando por donde habitan los pocos supervivientes que quedan de una menela adolescente, añorada y ahora apreciada en su ausencia, me hace reir y sentirme feliz al observar como los grises van adueñándose del paisaje resaltando en su avance los rojos y verdes colores del geranio en su prisión de barro.

Ahora ya no llovía; ahora el cielo se une mediante catarata de agua a la tierra, anegando toda superficie y obligando a la gente a buscar refugio bajo balconadas chorreantes y soportales invadidos por enfadados andantes que seguro poco antes, en cualquier conversación de compromiso podrían haber dicho aquello que "como no llueva..."

La situación provocaba que no pudiera controlar la risa mientras el agua ya era una nueva capa sobre mi piel, aumentando la cara de enfado de quienes refugiados en las aceras contemplaban a este extraño loco en medio de la calle.

Quizás mañana la fiebre que posiblemente venga a visitarme gracias al calado de hoy me pueda apartar de la Taberna y de mis cuentos, pero lo que si es seguro es que, nunca, la recarga que hoy ha recibido la tierra para que los pequeños brotes que ansiosamente esperan la ocasión de abrir sus hojas y continuar creciendo me haga arrepentirme del disfrute de la tarde y de su olor, olor que ahora también me acompaña al entrar de nuevo en la Taberna.
Hoy estoy me encuentro feliz, mojado, muy mojado pero feliz mientras Cipri me pasa una toalla al mismo tiempo que en una mano ya sujeta la jarra que dentro de poco llenará de cerveza para que, sentado en uno de los taburetes de madera, con una mano en su asa, me adentre entre nuevos pensamientos provocados por los asiduos parroquianos del Mono Rojo.
O quizás no, quizás sencillamente me tome la cerveza y salga , a disfrutar de nuevo el olor a tierra mojada pisando los charcos que los demás evitan.

miércoles, 16 de abril de 2008

...explosión de poderío, de vida incontrolable...

En el rincón del mostrador, allí donde Cipri mantiene anclado el ordenador veo con sorpresa que en la página de Cañetelareal.tk han brotado multitud de flores primaverales, llenando la página del color que la sombra de las aspas hará oscurecer en poco tiempo.


Ahora es la fecha en que los sentimientos más salvajemente alegres salen a relucir, y gracias a los cuales no me importaría tumbarme y rodar por ese campo florido, tintando mi ropa, mi cara, todo mi yo, con el polén prometedor de las bellas flores.

Que gozada contemplar tumbado boca arriba el cielo azul, radiante, liberado de la diadema de nubes que enmarca en ocasiones la celeste inmensidad. El zumbido de las abejas e insectos, ansiosos del nectar pegajoso de los colorines que emborronan el campo en una explosión de poderío, de vida incontrolable por mucho que se empeñen en acotarla con el pretexto del desarrollo económico.
Los tordos, siempre los tordos, juguetones, saltarines y caraduras, picando, escarbando, jugando entre las plantas. Sinvergüenzas que me miran fijamente como desafiantes; aquí estoy en su territorio, parecen decirme, si estoy es porque me dejan disfrutar del momento primavera que aparece sin darnos la oportunidad de prepararnos. Como por sorpresa donde ayer había solo verde, bonitos y matizados tonos de verde, hoy los amarillos, lilas, rosas, morados, y mil colores más complementan la hierba que crece incansable por entre las piedras sueltas de siglos de arados.
Que insignificantes pretensiones las de aquellos que sin rubor hablan de amenazantes gigantes quijotescos ante el anual espectáculo protagonizado por las pequeñas plantas que hermosean el monte. Que grandioso ridículo el que protagonizan los especuladores gestores al lado de la paleta de gran pintor de la naturaleza salvaje y viva.

Que pasada de función la que se asoma hoy a los ojos de los que buscan entre todas las obras de arte la mejor. Ayer hablábamos de la esencia, de lo importante. Hoy la esencia, lo importante se encuentra en la visión del campo floreciendo y generando vida, prometiendo vida.

martes, 15 de abril de 2008

Y dice Manuela "....lo importante nunca se ve, que lo esencial es invisible."

Y dice Manuela "....lo importante nunca se ve, que lo esencial es invisible."

Lo importante es lo que se ve si te fijas, si quieres verlo. Cuando ves lo que todo el mundo, cuando no te fijas nada más que en la superficie y piensas que todo es igual es cuando se te escapa lo importante, lo esencial.
Si ves la mejestuosidad de la catedral y no te fijas en la cara del niño que aburrido está pendiente de que alguien deje de impresionarse por las piedras labradas y superpuestas y se fije un momento en él, te perderás seguramente la sonrisa que alegrará y caracterizará tu momento catedral, esa sonrisa que solo tu has conseguido descubrir y que hará que la catedral pierda el protagonismo durante unos segundos para dejar paso a la complicidad con el niño al que la catedral no le importa realmente nada y busca con quien comunicarse.
De acuerdo con el valor histórico y arquitectónico de la catedral, pero el frío de las piedras toma otro color descubriendo lo humano que hay en su cercanía, lejos de la cara de enteradillos de los visitantes a la misma, que al fin y al cabo, en su inmensa mayoría piensan "cuando se acabará la visita y nos iremos a comer", igual que el niño.La diferencia está en que este lo plasma a quien se fije, el resto no.
La oportunidad de ver como la cabezota de la pequeña golondrina de la hace tiempo me hablabas (cuando tu vecino tiraba el nido), asomando por el agujero del mismo cuando llega la madre con su alimento, es importante, es esencial, es la vida que casi nadie ve porque no está pendiente de verlo, porque realmente no importa lo esencial.
Si pasamos el tiempo esperando nos perderemos los instantes mejores de nuestra vida. Ayer lo decía mientras veía bailar en el Mono Rojo a esa pareja, hay que abrir puertas, todas las puertas. No podemos esperar que las habran por nosotros.
El ruido del agua está bien, relaja al escucharlo, pero no basta con éso, con escuchar el ruido. hay que acercarse y unir el ruido relajante del agua con la vista de la vida que alrededor de ella seguro que se encuentra con tal solo un poco de interés por nuestra parte.
Quizás lo esencial sea eso, la busqueda indefinida para disfrutar de lo que nos rodea.
Si ya sabemos que con una vida no es bastante para apurar todos los maravillosos momentos que guarda, ¿para que perder el tiempo esperando?, todo está ahí, tan solo hay que fijarse, y disfrutarlo.

lunes, 14 de abril de 2008

Me muero por abrir todas las puertas.

Estoy sentado en un taburete, al lado de la barra y mirando como bailan una pareja al son de la música y la letra describe perfectamente mis sentimientos si se refiriera a lo que amo la vida.
Podría cada día al levantarme cantar lo mismo a la mañana, a los colores que me regala y que son lo primero que agradezco al despertarme.

"Me muero por abrazarte,
y que me abraces tan fuerte,
me muero por divertirte y que me beses cuando despierte,
acomodado en tu pecho, hasta que el sol aparezca,
me voy perdiendo en tu aroma,
me voy perdiendo en tus labios que se acercan susurrando,
palabras que llegan a este pobre corazón,
voy sintiendo el fuego en mi interior."

Siempre pienso que nada más bello que amanecer de nuevo, y me muero por abrazar la vida, dejarme abrazar por ella, sentir en el duermevela del despertar los rayos del incipiente sol que me anuncia, llegando hasta mi el aroma del exterior que me saluda al abrir los ojos.

"Me muero por conocerte, saber que es lo que piensas,
abrir todas tus puertas,
y vencer esas tormetas que nos quieran abatir,
centrar en tus ojos mi mirada, cantar contigo al alba,
besarnos hasta desgastarnos nuestros labios
y ver en tu rostro cada dia crecer esa semilla,
crear, soñar, dejar todo surgir, aparcando el miedo a sufrir"

Las ganas de conocer todo lo que ella me ofrece, comerme la vida entera, "abrir todas las puertas", ganando la batalla a los problemas que aparecen de cuando en cuando y gritar al alba lo maravilloso de vivir. Poder soñar con nuevos y maravillosos días, dejar que todo suceda cuando suceda.

"Me muero por explicarte, lo que pasa por mi mente,
me muero por entregarte y seguir siendo capaz de sorprenderte,
sentir cada dia, ese flechazo al verte,
qué más dará lo que digan,
que más dará lo que piensen, si estoy loca es cosa mia,
y ahora vuelvo a mirar el mundo a mi favor,
vuelvo a ver brillar la luz del sol."

El deseo de contar a los demás lo que me produce la entrega absoluta a la vida, sorprendiéndome cada día con nuevas cosas, con nuevas situaciones. Sorprender yo a la misma vida con mis decisiones y actuaciones. ¿Que piensan que estoy loco? es igual, no es locura el amor a vivir, a lo que significa tener tan solo una vida que aprovechar al máximo, y después del descanso, de nuevo lo más bello, la caricia del nuevo sol reflejado en la ventana.

Definitivamente sería la canción que le cantaría a la mañana, a la vida que surge en cada rincón y que premia a quien la observa con su gama de colores y sonidos, olores y sabores. Sería mi canción para ella.



El botellón o el antiguo rito colectivo de la reunión tribal.

Es curioso, ahora necesitamos que el ayuntamiento nos monte una fiesta, o que el Cipri nos traiga al Mono Rojo cualquier espectáculo o algún "dijei" para tener un motivo y ponernos a bailar o cantar. Que triste.
Pero hay esperanza, aun hay gente que no necesita nada más que reunirse, hablar un rato, echar un trago y una guitarra, de pronto, empieza a escucharse mientras una voz ronca le pone voz al sentimiento del rasgeo profundo y nuestro de las seis cuerdas.

Es tan fácil tener ganas de vivir, de apurar cada momento y compartirlo con los que nos rodean, aunque no los conozcas. Basta con que se arrimen al grupo, que acerquen sus necesidades de olvidar las necias obligaciones que presionan a cada uno a las de sentirse vivo de los otros para que se forme un corro de personas dispuestas a pasarlo bien sin importar donde, ni cuando ni, lo que es más importante, el motivo.

En algunas, bastantes, ocasiones, me he visto envuelto en la vorágine del festejo callejero, sin saber como empezó y desconociendo el final de la renovada representación del primitivo rito del canto a la vida, pues en realidad es eso lo que sin saberlo se hace cada vez que un grupo de gente se une en improvisado sarao callejero.

Nadie que pase por su lado puede resistirse a, por lo menos, la mirada envidiosa hacia la ausencia de prejuicios y temores que preside la anárquica sintonía reinante entre los diversos componentes del embriagador momento festero.



Allí no hay whisky ni ron de alto precio, ni bebidas de nombre extraño. Quizás alguna botella de anis, o pacharan, o vino que pasa de mano en mano, quizás algún compartido porrillo y las más, unas inmensas ganas de pasarlo bien y compartir. Eso es lo importante, compartir momentos, compartir risas, bailes, cantos. Nada de tristes charlas de penurias y problemas. Esas quedan para luego, para cuando la colectividad del instante mágico se rompa y cada cual regrese a su personal mundo.

En los jóvenes se dan más esos momentos, quizás por eso se critican tanto las quedadas o los botellones, porque no colaboran con el enriquecimiento de los garitos de moda y gorilas en la puerta. Porque el equipo del coche sustituye a la mesa de mezclas del "pincha" en su momento de gloria y porque el vaso largo de cristal a veinte euros la entrada con consumición se sustituye por las botellas del chino mezcladas sobre la marcha y a disposición de todos.

Quizás sea la envidia de su libertad para disfrutar, o la añoranza de los tiempos perdidos los que hacen posible la crítica y las consiguientes actuaciones policiales para impedir que nuestros jóvenes se diviertan en la libertad que da el elegir el momento sin importar el lugar.

No se, no es nuevo lo de nuestros chicos, es antiguo y con la sola diferencia del cambio de nombre. Ahora se llama botellón, ¿y qué? el fin es el mismo, la compañía, la igualdad entre los componentes, el olvido de los problemas ilógicos pero reales, y el compartir momentos que luego quedarán para siempre en la memoria colectiva de los miembros de esa generación que se rebela al conformismo y consumismo al que les empujan. Algo parecido a lo que ya se hacía hace muchos, muchísimos años.

sábado, 12 de abril de 2008

...que ya los vientos no secan la ropa moja



Hoy el ambiente del Mono Rojo se me antoja más conocido, más cómodo. Lá música de fondo de la canción de El Barrio me lleva a recordar a esos ancianos que hablaban conmigo y que se encontraban orgullosos de su pasado, de su duro pasado.

Cada hilo de plata, cada cana fue un esfuerzo por avanzar, una tarea por hacer para sobrevivir a veces en condiciones penosas y llegar a fin de mes con la chiquillería alimentada. Gente a la que las palabras "me rindo" nunca llegaron a su mente. Gente que veía la vida como un reto y se la comían "a bocaos", sin miedos, "pa´lante" siempre, disfrutando de los momentos en que reunidos en torno al chiscón contaban las mil maneras utilizadas para disfrazar la realidad.

Amores, peleas, bautizos en casa, entierros de compañeros, trapicheos y hasta algun disgustillo con la Guardia Civil por eso del contrabando. Risas al final de todo, cachondos relatos de como el guripa exigía la factura de lo transportado. Nada era negro aunque lo pareciera, nada era triste aunque la opinión extraña asi lo viera.

Felices despertares con ganas de empezar de nuevo y volver con algo en el bolsillo. Nunca se da la batalla por perdida. Lo que usted no quiere yo si lo quiero, quizás encuentre a quien lo desee y lo compre. Eso que está tirado me vale para la casa, ¿que no es nuevo, que está usado? como yo, como todos. Eso le da valor.

Fue asi hasta el final, hasta que, como dice la cancion, se prefiere América a las habichuelas. El Barrio entiende de eso, por o menos lo canta como me contaron muchos viejales que nunca se doblegaron, que nunca cedieron y siempre vieron los colores en todo por muy oscuro que pintara.

Amargo fue su despertar, amargo cuando su mundo se transformó, cuando el desarrollo, dicen, vino a mejorar las vidas. Entonces, ya cansados, sin tirar la toalla, se sientan en el banco y contemplan. Tan solo eso, contemplan y recuerdan. Esperan de pie el final, sin doblarse, sin rendirse, con la mirada desafiante en el cuerpo roto, sin miedo,, "pa´lante" siempre, sin problemas con la vida, sin rencores. Ganado el descanso, ganando la meta, aunque "el del almendro ya no vuelva a casa por Navidad".

Otra jarra, Cipri, ésta va por ellos, por los que aguardan, por los que ya llegaron, por los que nunca cedieron.

recuerdos de gente pobre
y humildad que se pintaba con cal
la casa un caballo de cartón una muñeca de trapo
cambiar en el cole un boli por estampas
soñar despierto por un beso enamorado
dice que el sereno de la calle
no esta pendiente a quien entra o a quien sale
que ya los vientos no secan la ropa moja

viernes, 11 de abril de 2008

Fados en el Mono Rojo

Las notas del fado me iban haciendo pedir una jarra tras otra mientras los más tristes pensamientos se sucedían al mismo ritmo de la melodía, recordando mis tiempos entre cartones en algún hueco bancario debajo de un cajero en el que miles de personas, interrumpiendo mi sueño, veían como sus ilusiones iban disminuyendo a la par que lo hacía su cuenta bancaria.

Por aquel entonces yo pedía. No, no se crean que pedía dinero ni alguna otra cosa de valor material. Era un pedigüeño de palabras. Quería que alguien me hablara, me contara cualquier cosa, lastimera o radiantemente alegre, me daba igual. El tono de la conversación lo marcaba el estado de la persona en cuestión, y entre trago y trago del cartón de vino de la tienda de Marcos, el chino, (él decía Malcos, resaltando mucho la a), alguna que otra persona veía en mi al confesor anónimo del que nada importaba que conociera esos rasgos personales al ser tan solo un pordiosero tirado en el interior de un banco y al que seguramente encontrarían una mañana entre sus cartones, tieso y frío.

Las palabras me daban vida, me animaban a continuar en la calle. Droga que enganchaba de tal modo que cuando recibía un "déjame en paz, borracho", el daño, no por el insulto, sino por la negación de la converación, era insufrible al ver a un hombre aparentemente ocupado e integrado en la marcha rápida de la gran ciudad realmente tan solo y encerrado que ni un minuto se permitía en desahogar la tensión acumulada. Mucha gente asi me he encontrado en mis muchas noches de desvelo en la calle, mucha gente que luego paga cientos de euros en reuniones semanales con sus psicólogos, tumbados en fríos divanes de cuero viejo.

El fado me está trasladando a mis comienzos, recien concebido mi personaje por aquel que luego intentó matarme en sus papeles, cansado ya de palabras y relatos que en su ajeteadra vida ya no cuadraban. Hubo quien me echó en falta, y hasta quien me escribía a diario. Mi recuerdo a ella, que no dudó en conversar con el mísero conseguidor de susurros y conversaciones en voz baja.

Otra jarra y me marcho. El dolor es grande y los fados se suceden unos tras otros, de manera que ya no se cual es el lamento de la canción y cual es el mío propio. Tengo que dejar de venir al Mono Rojo la noche que haya fados, aunque es fácil encontrar consuelo entre sus maderas y sus gentes siempre que pagues la ronda.
Que compleja vida. De suplicar charlas y palabras a pagar por darlas, por que me escuchen. ¿entiendes tu como todo pasa de un extremo a otro casi sin desearlo? Ahora es tarde, mañana, si me acuerdo, hablaré de ello con alguien que me acepte una copa. Cipri, ¿que te debo, hombre?, que me marcho. ¿como? ¿que invitas a otra?Bueno, venga. El fado sigue sonando.

Me presento


Hace tiempo que decidí que sería mejor dejar la identidad real en manos de una jarra fría de cerveza y reconstruirla según se fueran desarrollando los acontecimientos.

Conocí entonces la Taberna del Mono Rojo, donde nadie pregunta de donde, porqué o quien y puedes permanecer en sus banquetas hasta que el sueño te empuja hacia su puerta de salida después de apurar el último trago de la historia que han escuchado en silencio el resto de parroquianos.

De vez en cuando, al son de algun instrumento que ni me molesto en mirar cual es, suelen bailar dos o tres parejas en las que los alegres clientes suelen pagar con un sudado billete a las danzantes meretrices que por la taberna pululan a la caza de algún necesitado de abrazos y mimos.

No es mi caso, aunque alguna vez he de confesar haberme dejado tentar por la sonrisa cariocada que el frío fruto de la cebada fermentada disimulaba en la poca lucidez de mi cabeza; pero ya digo que eso no es lo mío. Lo mío es hablar y hablar creando cada noche nuevos capítulos imaginarios de mi vida pasada y que alguien, también con una considerable cantidad de cerveza trasegada, escucha mientras afirma con movimientos pendulares de cabeza, como si hubiera sido mudo testigo de mi inventada vida.

Ahora, si me lo permiten, el sueño me empuja hacia la salida. Mañana les veo por la taberna y les volveré a contar mi vida, aunque ya no será la misma historia de hoy y no se repetirán los capítulos contados hoy de ella, y no porque yo no quiera, sino por que siento que con el agua que enjuaga la jarra ya abandonada sobre el fiel y leal mostrador de madera, se van también las inventivas del día sobre esa vida que un buen día decidí abandonar.

Si me ven, ya saben, no hay cuidado en aceptar su compañía mientras escuchen y callen. Yo, mientras la cerveza no pierda mis sentidos haciendo que me marche, les contaré cada día nuevos y cambiados episodios de mi imaginaria existencia.

Beban, beban y callen.