Me están mirando en tus ojos
los ángeles del instante,
los ángeles que han perdido
la memoria al contemplarse.
Me estoy reuniendo en tus brazos;
te siento casi quemándome;
arden el tronco y las ramas
pero las hojas no arden.
Estamos juntos, sin vernos,
repetidos y distantes,
juntos pero no vividos,
tristemente naturales.
(Luis Rosales)
Juntos en la distancia, unidos en el tiempo compartiendo el mismo espacio. LLenando nuestras vidas de palabras, palabras de amor y compañía, a saltos, por periodos, como si cuando las carencias del otro, perdido por el mundo, se hicieran necesarias para aguantar otro tramo de la vida para luego decir adiós sin pronunciarlo, sencillamente desapareciendo en la seguridad de que pasado un tiempo, de nuevo la unión a la que condenados estamos desde que nos vimos por vez primera, atraerá como el polen a la abeja, el uno en busca del otro. Eterna y dulce condena.
Como dice el poeta, estamos juntos, sin vernos, repetidos y distantes, juntos pero no vividos, tristemente naturales.