ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

lunes, 29 de marzo de 2010

...SOLO SIN TI PERO LLENO DE TU ESENCIA.



La serenata india

I
Me levanto desde sueños de ti
En el primer dulce dormir de la noche
Cuando los vientos respiran suave
Y las estrellas relumbran brillantes:
Me levanto desde sueños de ti,
Y un espíritu en mis pies
Me ha llevado -¿quién sabe cómo?-
A la ventana de tu cuarto, ¡Dulce!

II
Los aires vagabundos desmayan
Sobre lo oscuro, la corriente silenciosa-
Los aromas de Champak caen
Como dulces pensares en un sueño
La queja del ruiseñor
Muere sobre su corazón
Como yo sobre el tuyo
¡Oh, amado como tú lo eres!

III
¡Oh elévame de la hierba!
¡Muero!, ¡Desmayo! ¡Caigo!
Deja que tu amor en besos llueva
Sobre mis párpados y labios pálidos.
Mi mejilla es fría y blanca, ay!
Mi corazón late alto y rápido;
¡Oh! Apriétalo contra el tuyo de nuevo
donde al final se romperá.

(Percy B Shelley)

A veces una palabra, un gesto casual de alguien, un perfume, cualquier cosa que rápido, por sorpresa, se asoma a mi interior encendiendo el recuerdo y logrando que los sueños te traigan entre nubes enrojecidas por la potente luz de tu ser en mi.

Así, de esta manera, todo queda iluminado por tu presencia en la oscuridad de mi letargo y aferrándome a la noche alargo el tiempo en el que la realidad se funde con tu recuerdo y por un momento que parece días pago con la entrega de una noche al dolor de una nueva separación y a la desilusión del amanecer solo sin ti pero lleno de tu esencia.

viernes, 26 de marzo de 2010

...ME DORMIRÉ MIRÁNDOTE.





Si tengo que morir
Querré que estés allí
Sé que tanto amor
Me ayudará a descender
Al más allá
Entonces diré Adios
Sin miedo y sin dolor
En la soledad
Reviviré los años de felicidad

Para cruzar el umbral
No deseo nada más

Acariciado por tu voz
Morir al lado de mi amor
Me dormiré mirándote

El tiempo que pasó
Jamás nos separó
El nos unirá
En un rincón profundo de la eternidad

A la hora del final
Solo quiero tu mirar
con tu perfume alrededor
Morir al lado de mi amor
Me dormiré mirándote

Para cruzar el umbral
No deseo nada más
Acariciado por tu voz
Morir al lado de mi amor
Y dormiré mirándote

(Demis Roussos)




¿Que añadir más a la poesía que narra los deseos para los últimos momentos de quien nunca vió ni en la distancia ni en el tiempo una barrera de separación entre los dos? ¿Algo mejor que despedirse como comenzó todo? ¿Algo más maravilloso que completar el círculo íntimo haciendo un huequito en la eternidad para encontrarnos? La poesía lo dice, no deseo nada más que la caricia de tu voz, y entonces, con todos los momentos felices agolpándose decir adios, despedirme y serenamente dormirme, tranquilo, sin miedo, sin dolor. ¿Que mejor apoyo cuando llegue el momento?, No desearé nada más, seguro.

lunes, 22 de marzo de 2010

OYE LOS PASOS DEL TIEMPO, INVENTOR DE LUGARES SIN PESO NI SITIO...

Óyeme como quien oye llover,
ni atenta ni distraida,
paasos leves, llovizna,
agua que es aire, aire que es tiempo,
el día no acaba de irse,
la noche no llega todavía,
figuraciones de la niebla
al doblar la esquina,
figuraciones del tiempo
en el recodo de esta pausa,
óyeme como quien oye llover,
sin oirme, oyendo lo que digo
con los ojos abiertos hacia adentro,
dormidda con los cinco sentidos despiertos,
llueve, pasos leves, rumor de sílabas,
aire y agua, palabras que no pesan:
lo que fuimos y somos,
los días y los años, este instante,
tiempo sin peso, pesadumbre enorme,
óyeme como quien oye llover,
relumbra el asfalto húmedo,
el vaho se levanta y camina,
la noche se abre y me mira,
eres tú y tu talle de vaho,
tú y tu cara de noche,
tú y tu pelo, lento relámpago,
cruzas la calle y entras en mi frente,
pasos de agua sobre mis párpados,
óyeme como quien oye llover,
el asfalto relumbra, tu cruzas la calle,
es la niebla errante en la noche,
como quien oye llover
es la noche dormida en tu cama,
es el oleaje de tu respiración,
tus dedos de agua mojan mi frente,
tus dedos de llama queman mis ojos,
tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,
manar de apariciones y resurrecciones,
óyeme como quien oye llover,
pasan los años, regresan los instantes,
¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?
no aquí ni allá: los oyes
en otro tiempo que es ahora mismo,
oye los pasos del tiempo
inventor de lugares sin peso ni sitio,
oye la lluvia correr por la terraza,
la noche ya es más noche en la arboleda,
en los follajes ha anidado el rayo,
vago jardín a la deriva
entra, tu sombra cubre esta página.
(Octavio Paz)



Es curioso como cada gota de esta recién estrenada primavera me recuerda a tí y a la espera en el parque, disimulando, entre amigas, con la mirada en el camino por donde llegaba hasta donde reías nerviosa, preguntándote si hoy saldría.


Nueva primavera y cada brote que anuncia el vestido blanco que vestirá el almendro me obliga a volver a los momentos contigo, paseando por la afueras para que nadie nos viera, evitando el encuentro con nadie que provocara el castigo inmenso de no verte el siguiente fin de semana recluida en la casa por el delito de vernos.

Me gusta el olor del agua en la tierra, el aroma a tierra del sur que me traen las nubes al descargar entre las calles por las que paseo contándote en susurros, en voz baja, el regreso del vencejo y su picoteo entre los verdes brotes de arbustos, rompiendo el silencio del invierno y su solitario cielo. Quizás hoy te encuentre, entre esas mismas ramas por donde el ave juguetea ensayando su futuro cortejo danzarín, y te diga que, como entonces, bailemos entrelazados con solo la música del entorno natural de un viejo camino de la estación entre árboles tatuados con testimonios de iniciales entorno a un imperfecto corazón.

Oye los pasos del tiempo, inventor de lugares sin peso ni sitio...