ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

sábado, 5 de septiembre de 2009

...Y SI NO, COMO DECÍA AQUEL, ...OS QUEDAN LAS PALABRAS



Quizás los corazones que no dejan de absorber colores, que se emocionan por el despertar de una pequeña brizna de hierba entre el cemento de la acera, o al oler la húmeda tierra antes de que la lluvia caiga, quizás, solo quizás, se agotan antes. Quizás el corazón tenga un tope, y cuando está lleno, aunque nosotros continuemos pensando que todavía queda más hueco por llenar, más rocío que beber, más oleajes que disfrutar y que aun podemos disfrutar con ese frío viento del norte golpeando nuestro rostro, quizás la realidad sea otra, y la misma gama colorida de la vida de la que estamos tan enamorados controla nuestro ansia y reparte a cada uno lo que le toca para que no podamos llevarnos todo, como quisieramos y dejemos algo a los demás.

Parece que todo indica que ya está lleno, que no caben más recuerdos agradables, ni muchos más amaneceres ni coloridas despedidas del día con su rojizo hasta mañana en la lejanía en la que se oculta para dejar paso a la bella y dulce cara de la luna con su corte de luceros y estrellas danzarinas. Parece que poco hueco queda para picos hambrientos de polluelos en sus nidos entre la pared y la cornisa, o para ver como el cardo áspero pare a la hermosa flor morada. Ya no se sabe si este adios del atardecer será el último, o mañana, o pasado, o cuando. Ahora habrá que esperar que los demás opinen y hablen sobre si mucho, sobre si poco, es igual, siempre bebí los atardeceres como si fueran los últimos y tomé los amaneceres con la alegría de poder beberme otro ocaso. Así los disfruté todos, al máximo, con la pasión que solo conocen los corazones ansiosos de colores. En fin, ¿quien sabe lo que queda? disfrutemos como si este fuera el último de todos, y si mañana un rayo toca mi ventana y me despierta sabré que aun tengo otro, y si no, como decía aquel, ...os quedan las palabras.

¿PODRÍA ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES DEL MUNDO? NO, ME ENSEÑASTE LO CONTRARIO.



Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


(Pablo Neruda)(Poema nº 20 de "20 poemas de amor y una canción desesperada")





¿Que te digo yo ahora que no haya dicho el maestro del amor escrito? Si parece que estuvo presente en cualquiera de esas noches estrelladas en las que ellas envidiosas de nosotros jugaban guiñando con sus juegos y carreras para llamar la atención de nuestros ojos, unidos, mirándonos de cerca, respirando el mismo aire, juntando nuestros rostros aislados del resto del mundo, paralizado el tiempo en torno nuestro.

Podría como Pablo, el gran maestro del amor escrito, intentar escribir los versos más tristes del mundo, incluso llorar su ausencia en esta noche, en tantas noches, pero no puedo, no puedo escribir tristezas, porque su recuerdo me acerca a ella, a esas noches estrelladas en las que cada luz era un reflejo de sus ojos. Recuerdo sonriente su risa, su tímida carcajada ante cualquier tontería mía, el calor de su mano entre mis manos, y su cabeza apoyada sobre el hombro que ni atreverme a mover podía por miedo a que se retirará, hurtándome el fresco olor de sus cabellos que aún ahora me invade al pensar en ella.

Podría escribir los versos más tristes del mundo si no hubiera tenido la suerte de conocerte, de amarte. Ahora, ahora ya se que nunca podría escribir los versos más tristes del mundo, me enseñaste que la tristeza no es más que la ausencia de vivencias, de amores, de colores; la rendición del ser ante lo negro.

Dios, como me trae tu figura esta noche estrellada, y que feliz me encuentro, porque sin ti estoy contigo, y te huelo, te siento sentada al lado mío, y noto el dulce peso de tu cabeza en mi hombro, que como siempre dejo quieto por miedo a perderte de nuevo, y es que aún, pese a los años... te quiero.

viernes, 4 de septiembre de 2009

A UNA MARIPOSA QUE PASÓ DE PUNTILLAS, CASI SIN RUIDO. A TI QUE NUNCA SABRÁS DE ESTE PEQUEÑO RECUERDO.

...UNA PEQUEÑA LLAMA ALUMBRANDO SENTIMIENTOS DE DOS DESCONOCIDOS, CADA UNO LOS SUYOS, ...



Los dos vamos nadando
-agua de flores o de hierro-
por nuestras dobles vidas.


-Yo, por la mía y por la tuya;
tú, por la tuya y por la mía-.


De pronto, tú te ahogas en tu ola,
yo en la mía; y, sumisas,
tu ola, sensitiva, me levanta,
te levanta la mía, pensativa.


(Juan Ramón Jiménez)

Fue como un pequeño sueño de verano, el efímero cerrar los ojos sin darnos cuenta al calor del poderoso sol de finales de agosto. Y duró lo que la gota rociera en caer de lo alto de la planta, deslizándose en la hoja hasta llegar al charco de agua, levantando ondas precisas hasta que la quietud vuelve al remanso.

Duró lo que las pequeñas olas, enegía desatada pero que muere en la arena, y asi fue, una pequeña llama alumbrando sentimientos de dos desconocidos, cada uno los suyos, y terminó cuando la combustión no pudo alimentarse con más elementos que la amistad ya permanente aun sabiendo que en recuerdos por la imposibilidad de verse.

Hoy una amiga, mi Hermana, ha dicho que la gota al caer sobre el charquito estaba sola, estaba triste pese a su sonrisa, pero quién puede sostener a la lluvia tenue del rocío y evitar que caiga al suelo despertando de ese sueño momentáneo con el que ascendió más alto formándose casualmente, sin intención, espontánea. Lo siento, la gota cayó en mis manos dejándola escurrirse entre los dedos, y yo lo sabía, mientras ella, inocente, ignoraba su destino, quizás con suerte, mis recuerdos, a lo peor los suyos. Lamentos.