Hace calor. Entre las tablas de la persiana entran rayos de sol y se adivina la fuerza del astro contra la fachada de la casa.
Se me cierran los ojos mientras sujeto el cigarrillo con los dedos. Se me va a caer, en uno de los abandonos de la realidad por el medio sueño, se me va a caer.
Te veo. No se que me dices, no te entiendo, pero te vas acercando y me pregunto que haces aquí. Te dije que no quería volver a saber nada de ti, pero como siempre, parece que haces lo que quieres sin importarte lo que esperen los demás, y yo no esperaba volver a verte.
Te acercas más y el olor de tu perfume habitual, inconfundible, me rodea y me atrapa en recuerdos que no quiero tener. Esto no está bien, tu no deberías estar aquí, te dije adiós para siempre, como si no existieras, pero existes, caprichosa, egoista, como siempre, y has venido. No se a qué, no se por qué.
Me tocas, me agarras la mano. No debes, no quiero aunque me dejo. Me enfado pero no retiro la mano, y tú olor, ahhhh, tu olor me abraza, me inmoviliza, mientras en el pecho un dolor inmenso...
Sabía que se caería el cigarrillo en cuanto me quedara traspuesto. Me ha quemado el pecho y duele, pero menos que tú, que has vuelto utilizando mi sueño cuando pensé que lo había superado.
En mi interior, el perfume, tu perfume, continúa mareando mi resistencia a no pensar en ti.
Vuelta a empezar, tendré que reforzar las defensas no dejar ni una grieta por pequeña que sea, por ahí te cuelas y me derrumba la muralla.
Sigue haciendo calor.
martes, 9 de junio de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario