ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

sábado, 29 de noviembre de 2008

...UN DEDO DESDE LOS LABIOS MANDABA EL ULTIMO BESO...



En los jardines otoñales,
bajo palmeras virginales,
miré pasar muda y esquiva
la Pensativa.

La vi en azul de la mañana,
Con su mirada tan lejana;
Que en el misterio se perdía
De la borrosa celestía.

La vi en rosados barandales
Donde lucía sus briales;
Y su faz bella vespertina
Era un pesar en la neblina...

Luego marchaba silenciosa
A la penumbra candorosa;
Y un triste orgullo la encendía,
¿Qué pensaría?

¡Oh su semblante nacarado
Con la inocencia y el pecado!
¡oh, sus miradas peregrinas
de las llanuras mortecinas!

Era beldad hechizadora;
Era el dolor que nunca llora;
¿Sin la virtud y la ironía
Qué sentiría?

En la serena madrugada,
La vi volver apesarada,
Rumbo al poniente, muda, esquiva
¡La Pensativa!


(Jose Maria Eguren)






No hay niebla posible que borre de mi recuerdo el andar que te encaminaba hacia mi, en el atardecer del día, allí donde la luz de la farola apenas llegaba a perfilar la silueta de nuestros cuerpos unidos en un tierno e inexperto abrazo apoyados en la valla de mis sueños.

No existe niebla capaz de borrar las lineas de la puerta al cerrarla tu, mientras desde lejos te veía entrar en la casa al mismo tiempo que un dedo desde los labios mandaba el último beso furtivo, temeroso de las miradas ocultas tras los visillos de grandes ventanales, al que yo esperaba como preciado tesoro enviado por tí.

Ni la niebla del tiempo oculta mis recuerdos, mientras la mirada risueña que me devuelve el cristal de la mesa afirma que la suerte es que la luz no se apague en mi cabeza, entre nieblas y oscuros presagios.

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