ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

sábado, 28 de enero de 2012

VIENTO DEL SUR, ¿DONDE ESTÁS QUE LIMPIES ESTO, DONDE ESTÁS?




Y acercándome a la barra le pedí al Cipri una buena jarra de espumosa y fría cerveza al tiempo que, con los pocos restos de las uñas que sobrevivían a los mordiscos de mis nervios, intentaba arrancarme de mi piel el olor al barato perfume de mi última compañera de lecho, con la que en vano intento de reemplazo intenté saciar el mono que sentía de ese golpe de viento del sur que no llegaba.

Imposible desde el primer momento. Desde que empezando a desvertirla su imagen galopaba entre las paredes de la cutre y sucia habitación, hasta el sabor a ron del aliento de ambos  al compartir la botella que, rodando por el suelo, se convirtió en  anestesia, borrando de golpe el daño y dolor que producía la imagen de su cara, al no ver la deseada entre mis brazos.

¡¡¡¡¡¡Cipri, pon otra más, colega, que está vacío hace rato el vidrio!!!!!!, grité mientras el desagradable olor de la mujer ganaba la batalla a la cerveza, embotándome los sentidos y manchando con su pegajoso aroma mi vieja alma añorante de aquellos otros olores que ahora se replegaban ante la invasora fragancia que ignorante y solícita acudió a mi creyendo que era eso lo que buscaba. Triste error de taberna vieja donde todos nos conocemos. El Cipri me miraba frunciendo la nariz reconociendo como perdiguero cual había sido la presa de esa noche, y conocedor de mis sentimientos por noches de trasiegos de litros de espumosa cebada, silencioso, como siempre, negaba con la cabeza mientras con un trapo que alguna vez fue blanco restrega una y mil veces el borde de una jarra antes de colgarla de la viga donde el resto de los vidrios esperaban la hora de ser llenados por el barril del que todos, más tarde o más temprano terminábamos tirando.

Tres, cuatro jarras más tarde el olor continuaba sin abandonarme y como lanzas punzantes en mi mente tu fantasma acosaba y torturaba mi intranquila y nerviosa estancia ante la barra. ¡¡¡¡¡Una ducha!!!, eso era, ¡¡¡¡Una ducha e intentar dormir soñando contigo!!!!! eso es lo que necesitaba, pensé mientras con la piel de la muñeca enrojecida, casi sangrate, en llaga, levantada de tanto rascar, levanté una mano diciendo adios al Cipri y con el mismo gesto que apuntara las birras en la cuenta recibiendo su casi inapreciable movimiento de barbilla como confirmación y despedida.

El aire de la calle, fuera del humo del local, lejos de llevarse su olor me llenó aún más del mismo provocando el vómito entre dos coches aparcados en la acera.
Dios, que noche, por intentar olvidarte, que noche. VIENTO DEL SUR ¿DONDE ESTÁS QUE LIMPIES ESTO, DONDE ESTÁS?

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