Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
(Mario Benedetti)
Rejas que me aprisionan en el pasado, y aún con la puerta abierta por la que podría salir, no quiero. Me refugio en esos días, en ese tiempo en el que las ilusiones eran el despertador cada mañana, costumbre que aún me queda, sintiendo cada amanecer al despertarme la alarma de la ilusión por el nuevo día, como entonces, como ahora, como siempre.
Benditos barrotes anclados en esos años, que no impiden mi salida si quisiera. Preso voluntario en cadena perpetua de sentimientos de años, de sueños, de esperanzas no muertas, de sonrisas al recordar nuestras palabras, vigentes aún, válidas, sinceras desde su nacimiento en el alma hasta su desvanecimiento en el aire.
Benditos barrotes, a los que me agarro cada día para no caer y mantenerme firme y sin sufrir mantener viva la llama que un atardecer se encendió en las calles casi vacías de un pueblito blanco.
Benditos, queridos barrotes.
Rejas que me aprisionan en el pasado, y aún con la puerta abierta por la que podría salir, no quiero. Me refugio en esos días, en ese tiempo en el que las ilusiones eran el despertador cada mañana, costumbre que aún me queda, sintiendo cada amanecer al despertarme la alarma de la ilusión por el nuevo día, como entonces, como ahora, como siempre.
Benditos barrotes anclados en esos años, que no impiden mi salida si quisiera. Preso voluntario en cadena perpetua de sentimientos de años, de sueños, de esperanzas no muertas, de sonrisas al recordar nuestras palabras, vigentes aún, válidas, sinceras desde su nacimiento en el alma hasta su desvanecimiento en el aire.
Benditos barrotes, a los que me agarro cada día para no caer y mantenerme firme y sin sufrir mantener viva la llama que un atardecer se encendió en las calles casi vacías de un pueblito blanco.
Benditos, queridos barrotes.
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