ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

sábado, 25 de febrero de 2012

EL RAYO ANUNCIADOR DE TU LLEGADA, EL VIOLENTO TORNADO OBLIGADO...



Cuando el soplo de abril abre las flores,
buscan las golondrinas
de la vieja torre las agrestes ruinas;
los pardos ruiseñores
buscando van, bien mío,
el bosque más sombrío,
para esconder a todos su morada
en los frondosos ramos.
y nosotros también, en el tumulto
de la inmensa ciudad, hogar oculto
anhelantes buscamos,
donde jamás oblicua una mirada
llegue como un insulto;
y preferimos las desiertas calles
donde la turba inquieta
en tropel no se agrupa; y en los valles
las sendas del pastor y del poeta;
y en la selva el rincón desconocido
donde no llegan del mundo los rumores.
Como esconden los pájaros su nido,
vamos allí a ocultar nuestros amores.


(Victor Hugo)





Camaleones camuflados entre la marabunta de urbanitas que habitan en la ciudad. Clandestinos de amores escondidos entre nidos disimulados y recogidos de la vista de todos donde encontrarnos y ser felices durante escasas horas que parecen minutos y donde el reloj agarra velocidades de vértigo cuando el combustible es el tiempo que tenemos para pasar juntos esos pequeños ratos de felicidad donde la electricidad del encuentro produce un tornado de emociones del que no podríamos escapar aunque quisieramos.

Tanto frío después de dejarte ir; tanta soledad, tanto vacío...después del calorcito a tu lado; después del silencioso y comprometido abrazo, cómplice de tantas y tantas cosas, la solitaria y obligada estancia sin ti pierde fuerza, como si fuera otra, cambiada, transformada.

Añoro el rayo anunciador de tu llegada, el violento tornado obligado que me avisa de tu presencia y mi piel contesta avivando con la sangre el color y la temperatura del refugio, rivalizando con la golondrina la posesión del nido escondido en la inmensidad de la ciudad, clandestinos, camuflados, perdidos entre nosotros y nuestros sentimientos, sin querer buscar salida, voluntariamente encerrados. Pero desgraciadamente corre el tiempo, como corre el tiempo...

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