ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

miércoles, 22 de febrero de 2012

LA PRINCESA PRESA DE SUS MIEDOS



Como en muchas ocasiones cuando ya llevaba tiempo sentado en una de las mesas de la Taberna del Mono Rojo y las jarras de cerveza que me servía el Cipri se me acumulaban, vacías, sobre las iniciales marcadas en la madera por hojas de navaja manejadas por manos inexpertas, la ví, no puedo decir que fuera real, pero la ví. La princesa estaba ahí sentada como todos entre el humo y los vapores de las cazuelas de mejillones que el Cipri mantenía cociendo al fuego y cuyas cáscaras pisábamos más tarde todos al levantarnos haciendo el ruido característico de la Taberna del Mono Rojo, ris-raac, ris-raac, acompañándonos como comparsa musical, monótona, eso si, a donde quiera que fuéramos.

Pero a lo que iba, allí estaba ella sentada, ahogando su delirio penoso entre pintas de cerveza y levantando la cabeza de cuando en cuando mirando alrededor, sin ver a nada, sin ver a nadie. Triste, encerrada en su elegante torre de marca, de moda, de último modelo, pero encerrada al fin y al cabo, negándose a la charla con los habituales y también con los esporádicos consumidores, daba igual, no conversaba más que con su interior, si es que conversaba con alguien,  y juraría que en ocasiones alguna lágrima caía al mar de espuma que flotaba bajo su cara tapando el rubio del líquido liberado del barril para caer preso del cristal penitenciario donde viviría sus últimos momentos antes de ser trasegado por alguien codicioso de cerveza.



La veo otras veces en vanos intentos de escapismo, sonriendo al Cipri, que psicólogo el tío, se acerca con una jarra y su eterno " a esta invita la casa, guapa" y aceptando que sin permiso alguno el Cipri se siente a la mesa mientras con la única mano que le queda libre saque un paquete de tabaco y la ofrezca un cigarrillo de esos malolientes y duros que fuma el Cipri y que nadie le cogemos al notar por cada calada una patada en la garganta, pero que ella nunca duda en llevarse a la boca e inhalar como si fuera en ello la vida.

Es entonces cuando creo que sube la escalera de su torre en un esfuerzo por pedir auxilio, lanzando las manos hacia Cipri o hacia cualquier que se atreva a romper la férrea barrera de indiferencia que ha creado a su alrededor y que la mantiene al margen del mundo, de la Taberna, de todos, pero cuando el Cipri, después de fumarse el pitillo con ella, sin hablar, solo mirándose, se levanta y de nuevo pasa detrás de la barra y continua liberando cerveza para deleite de todos, ella vuelve a posar la mirada en la espuma, sin mirar a nada ni a nadie, aunque juraría que hoy, al marcharse el Cipri le ha seguido con la mirada, y abarcando con ella a la Taberna, ha vuelto a sonreir... No se, quizás fueron solo las sombras, o las demasiadas cervezas tomadas, pero juraría que ha vuelto a.....no, no.. serán las cervezas...las cervezas o las sombras...si, si, quizás las sombras.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Por fin un bar donde se puede fumar. Allí nos veremos.