y para los dos
su hogar unas nubes tendidas al sol.
en sus miradas amor; en sus respuestas sí
y para su dolor un solo fin
Él se fue, los cabellos pintados de gris
ella dejó de cuidar las flores del jardín
y le decía ven, tenemos que vivir
Y los muchachos del barrio le llamaban loca
y unos hombres vestidos de blanco le dijeron ven
y ella gritó no señor ya lo ven yo no estoy loca
estuve loca ayer pero fue por amor
y los muchachos del barrio le llamaban loca
En el hospital en un banco al sol
se la puede ver
sonreír, consultando su viejo reloj
pensando que ha de venir aquél que se marchó
y se llevó con él su corazón
Y los muchachos del barrio le llamaban loca
y unos hombres vestidos de blanco le dijeron ven
y ella gritó no señor ya lo ven yo no estoy loca
estuve loca ayer pero fue por amor
y los muchachos del barrio le llamaban loca
No vendrá, él la espera en sus nubes al sol
en ese mundo que ayer tan sólo fueron dos
en ese mundo que triunfó el amor
y los muchachos del barrio le llamaban loca
No siempre es locura ni tan siquiera depresión lo que uno tiene, por mucho que lo encierren "para su bien". Quizás, y solo quizás, ya que soy nada más que un soñador y no un experto diplomado en mentes humanas, la solución sea muchísimo más fácil y muchísimo más rápida que lo que esos estudiosos de la mente creen, pero no hay una asignatura que trate del alma, de los sentimientos, de lo que entre nosotros llamamos corazón y que en ocasiones, cuando se rompe, puede llevar a justificar los estudios de esos importantes e infalibles doctores, cuando entre nosotros, los eternos soñadores, sabemos que el alma no es una enfermedad de la mente, que los sentimientos no se tratan con prozac y a las personas que queremos no se las encierra contra su voluntad en alguna fría habitación donde solo "reciben" cariño a las horas de visita.
Afortunadamente los que al parecer no las queremos tanto no dejamos de pensar en ellas, de preocuparnos y mandarlas constantemente la fuerza que esos "expertos" les quitan al no comprender su interior. Quizás, y solo quizás, puesto que solo soy experto en sueños, sea capaz de llevarla esos sueños míos que la permitan durante ese tiempo abrir la ventana clausurada y salir a disfrutar de lo suaves rayos de luna, del reflejo de las estrellas y de mi eterno cariño. No es prozac, pero seguro que el alivio es mayor al verse comprendida, querida y en compañía fuera de las horas de visita, y a mi no me cuesta trabajo.
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