ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

viernes, 19 de septiembre de 2008

...AL IGUAL QUE TE REFLEJAS EN CADA ESTRELLA, EN CADA FLOR, EN CADA PIEDRA...



A veces cuando era
temprano todavía para verte
o cuando la ventana
se abría a la distancia y al sonido
de tanto hierro puesto y tanta arena
que cruje a tierra extraña en los caminos
remoto a la esperanza
me volvía a aquel sitio en que dejamos
las soledades juntas y las voces.

Te hallaba limitada
de corazón disperso y de alegría
por todos los costados y flotando
en la noche segura y abundante
que nunca se consuma.


Sin embargo a lo lejos
tan pronto me acogías con los nombres
de las cosas comunes, en sigilo
sentía que tu isla no estaba ya a mi alcance.


Entonces por entero
reincorporado al límite del cuerpo
volvía a la certeza de la espera.

(Carlos Barral)




Hoy he estado leyendo por millonésima vez tus cartas, aquellas que tantos atardeceres pasaron conmigo, acercándome a ti. En cada letra te reconozco, en cada frase te veo, en cada carta te siento, al igual que te reflejas en cada estrella, en cada flor, en cada piedra, en el cantar del petirrojo, en el vuelo de la alondra, en la voz de mi interior.

Miro hacia el cielo. Ya es de noche, y la luna llena, esa misma que desde el cristal de la ventana vigila tu sueño, me sonríe y me cuenta cosas tuyas, esas que desde su posición domina y que yo no veo más que en mis sueños compartidos contigo, con tu presencia.

He leido tus cartas de nuevo, y cerrando los ojos te veo a mi lado, cogiendo la mano que te ofrezco y susurrándome al oido las palabras por ti vertidas en el papel hace tiempo y que para mi son, como siempre, de hoy, de mañana si las vuelvo a leer. Son tus cartas, mis cartas, leidas una y mil veces más en estos años, pero siempre notando tu presencia cuando abro la carpeta que las protege de otros ojos, de otras miradas que me roben tus frases, tus palabras. Son mis cartas.

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