ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.

ACERCATE Y SIENTATE UN RATO, ESTÁS EN LA TABERNA DEL MONO ROJO, AQUÍ TODA ILUSION ES POSIBLE.
Casi sin pensarlo nos fuimos sentando, uno tras otro, en torno a la chasca que encendió el Cipri, y asi pasamos la noche, escuchando las historias que alguien, no se quien, cualquiera que fuese, narraba despacito, creando un entorno de magia y misterio del que no queríamos salir.

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO

QUE LA POESIA NOS SALVE DEL MUNDO
LO IMPOSIBLE SOLO EXISTE EN TU VIDA

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Otoño, otro otoño en el que las hojas de tus cartas continuan sin caer al frío suelo del olvido.



Eras, instante, tan claro.
Perdidamente te alejas,
dejando erguido al deseo
con sus vagas ansias tercas.


Siento huir bajo el otoño
pálidas aguas sin fuerza,
mientras se olvidan los árboles
de las hojas que desertan.


La llama tuerce su hastío,
sola su viva presencia,
y la lámpara ya duerme
sobre mis ojos en vela.


Cúan lejano todo. Muertas
las rosas que ayer abrieran,
aunque aliente su secreto
por las verdes alamedas.


Bajo tormentas la playa
será soledad de arena
donde el amor yazca en sueños.
La tierra y el mar lo esperan.


(Luis Cernuda)

Otoño, otro otoño en el que las hojas de tus cartas continuan sin caer al frío suelo del olvido.

Perennes, resistentes al paso del tiempo, en permanente primavera acercándome al calor de tu recuerdo, y al mismo tiempo, frágiles y hermosas, como las azucenas; frágiles por depender su viveza del sueño que alimenta la esperanza, y hermosas, muy hermosas, como el tiempo añorado en el que andábamos por los caminos, de la estación, del colegio, del yo que se los nombres si solo tenía ojos para ti.

Otoño, otro otoño más en el que a través de las gotas de lluvia que absorbe con avaricia la tierra seca del verano me veo reflejado bebiendo las palabras de tus cartas recibidas tiempo atrás como esa dura y seca tierra bebe de la nube que alimenta su poder. Asi eres tu, mi nube, mi azucena, mi otoño, mi primavera, nunca invierno frío reservado ni calor anestesiante. Eres vida y fuente, que al fin y al cabo es o mismo, agua que da fuerza, que genera, que regenera.

Otoño, otro otoño en el que las hojas de tus cartas continuan sin caer al frío suelo del olvido.

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